2 de diciembre de 2013

Antaño en los lagares (III)

Cuando se terminaba la vendimia, se establecía el memorial (Fotografía adjunta: Memorial del lagar de Los Monjos. Año 1.953, con manchas de mosto. El arromanador fue Valentín Rincón). En el memorial se relacionaban los "apareceros" (aparceros) del lagar, en orden de cantidad aportada al lagar, con sus cargas, arrobas y kilos.
El "mayoral" que era el que más cargas tenía, medía. Sacaba el mosto de la pila con la media cántara y llenaba las "pellejas" bien embudadas por los "tiradores" personas encargadas de transportar el mosto desde el lagar a las cubas. Lo hacían con las pellejas de piel de cabra de dos cántaras. Con la mano izquierda ataban la boca y el "pezguillo" (correspondía en la pelleja a la mano de la cabra) y con la derecha se impulsaba para "echársela" a la espalda, llevándola sujeta a veces sobre la frente. Se empezaba a repartir a una cántara por carga hasta llegar a ocho. Se contaban con trozos de teja o cantos: "una, dos, ..., ocho y partida fuera". Eran 8 "tarjas". Cada tarja tenía tantas cántaras como cargas había metido cada "aparecero". Al llegar a 6 "tarjas", se repartía el mosto correspondiente a las arrobas y kilos.
   Había peticiones de la gente para prensar y tirar. Si había mayor número de trabajadores que los que se necesitaban, cada uno pedía cargas a los "apareceros" para completar su cupo y así poder trabajar en el lagar.
   Si había tres tiradores que tiraban todo el lagar, se denominaba "pie entero", tirando todos los días, y si eran seis, se llamaba "medio pie" y tiraban en días alternos.
   Se ajustaba el dinero a pagar al que "cantareaba" y a los tiradores, por ejemplo a una peseta por cántara.
   Todos los días, cuando terminaban de tirar, "cortaban el pie" que consistía en cortar la uva en la caja echándola arriba, redondeandola en forma de queso, hasta formar el "pie". De esta forma, toda la uva quedaba debajo del "castillo" (tablones cruzados que se ponían debajo de la viga) y se exprimía totalmente. Solía tardar ocho días hasta llegar al "destete", que era cuando ya no salía más.
  Los tiradores y el mayoral hacían merienda cada tarde, generalmente machorra asada. El vino lo ponía el mayoral u otra persona a la que se pagaba con el doble de mosto. Las meriendas las hacían con el mosto que vendían, corrigiendo la falta llenando las pellejas en el arroyo.
  Entre los tiradores se hacían apuestas para ver quién se "echaba" más. Algunos se echaban la pelleja con una sola mano. El Pollo se echaba cuatro cántaras "bien echadas". Otros grandes tiradores fueron: Faustino, Honora, Federico, Felipe, Julio, Marciano, Epifanio, ... Como muestra el mermorial adjunto  el año 1953, Cipriano fue mayoral en el lagar de Los Monjos.
   No faltaban los lagarejos de pelleja mucho más escandalosos que los de uvas.

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