21 de diciembre de 2013

Comienza el invierno



Hoy comienza el invierno astronómico aunque el meteorológico ya se instaló hace varias semanas, con fuertes heladas y nieblas o ambas a la vez como ocurrió el día 7 de diciembre. Durante prácticamente todo el día permaneció la cencellada en hierbas y árboles, como puede apreciarse en la fotografía.

16 de diciembre de 2013

Antaño en los lagares (V)




...
Hecho el destete, se procedía a limpiar el lagar, el orujo se lo llevaba el tío Toribio de Fuentelisendo o el Pecho de Aranda, repartiendo la venta según el memorial. La llave, que durante el lagareo la había guardado el mayor cosechero, "mayoral", era guardada por el mayor aparcero del lagar.

El último día se merendaba mejor: lomo de cerdo, pollo de corral, conejos o congrio y como vino no faltaba, acababan bastante contentos.

Los cubillos nuevos se "calaban" con vino bueno. El de las primeras "tarjas", era más claro, mientras que el de las últimas era más tinto y de inferior calidad.

Las cubas y cubillos, se mantenían destapados mientras duraba la fermentación y se limpiaba la "nata" con frecuencia. Hacia finales de noviembre, el mosto casi era vino, bueno que: "Por San Andrés el mosto vino es" o "Por San Andrés el vino nuevo añejo es". Cuando terminaba la fermentación "espumaban" las cubas en cuadrillas, que consistía en limpiar la tela que se formaba en la boca para beber unos vasos o jarros para probarlas. Entonces se tapaban las cubas con una tapa de madera y cuando se "echaban", que era cuando se ponía la "canilla", la tapa se cerraba herméticamente con céspedes del arroyo generalmente.


Hecho el vino, parte de ello se vendía. Los "corredores", que eran los encargados de enseñar las cubas que se querían vender, hacían la "corambre", probaban las pellejas, las limpiaban, inflaban y hacían las "botanas", parches o remiendos y se decía: "Nadie diga de nadie, que somos de carne humana y no hay pellejo de vino que no tenga botana".


Los propietarios de las cubas compartidas, quedaban de acuerdo para vender el vino a los corredores: Colás, Paco ... Probaba el vino el "arriero", el que venía a comprarlo, y ajustaban el precio por cántara. En la última oferta del arriero, el propietario debía rematar diciendo: "a tanto libre", es decir, que no daban comisión al corredor.

Estas pequeñas pinceladas sobre la vida de antaño en los lagares, fue posible escribirlas gracias a la buena memoria y colaboración de Federico y Amancio con los que compartimos algunas tardes de principios del verano de 2001.


Noticias relacionadas:

9 de diciembre de 2013

Antaño en los lagares (IV)

...
Los tiradores repartían el vino a las distintas bodegas: La de Juanario, El Paseo Zorrilla llamaban al recorrido hasta la de Cipriano por lo lejos que estaba. Había también cubas famosas como: La Cubona, por lo grande que era, en la bodega de Los Cantos. La Canela, porque hacía buen vino en la bodega de Eulogio de Hoz. La Chamorra que llenaban Inocente y Celedonio, que era un buen envase. El Basto, "cubato" (cuba pequeña) del tío Simón.

 Había bodegas de varios propietarios y para el control de lo que metía cada uno, se reunían al final del día para "contar" las cántaras. De ahí que persista el vocable "contador" para denominar a los merenderos actuales. En una palo de zarza partido por la mitad, se hacían "tarjas", marcas. Tantas tarjas como cántaras metidas, debiendo coincidir el número de tarjas de las dos mitades de la zarza al ponerlas juntas.

La labor de los tiradores era a veces peligrosa debido al "tufo" generado por las fermentaciones del mosto en las bodegas. En una ocasión, en la bodega de Inocencio no querían entrar los tiradores debido al tufo, y él les dijo: "¡Como no tenéis ..., entraré yo!". Entró y cayó fulminado, aunque eso sí, no soltó la boca de la pelleja hasta que no le sacaron arrastras.

Para evitar cualquier percance se tenía la precaución de encender un candil y si se apagaba es que había tufo y no se podía entrar. Antes de vendimiar o mientras el lagareo, se lavaban las cubas y cubillos. Muy doloroso fue el hecho ocurrido en una ocasión, cuando el hijo de (no recordamos los nombres), entró en la cuba para sacar las heces y como se vio afectado por las emanaciones producidas por éstas, entró su padre para auxiliarle y se quedaron los dos.
...

Noticias relacionadas:

8 de diciembre de 2013

D. Carlos nos felicita la Navidad





Esta es la felicitación que he preparado para mis parroquias y para mis amigos.
 
Que el Niño de Belén te llene con su amor y su paz.  
 
Feliz Navidad y un abrazo. Carlos desde Hontangas












4 de diciembre de 2013

Se paró el reloj ...

Antes de ayer, 2 de diciembre a las 3,25 de la mañana, el reloj del Ayuntamiento de Fuentemolinos se paró.

El clásico tañido que sonaba cada media hora ha dejado de sonar. 

En esta ocasión no parece que se deba a una avería en la maquinaria del reloj. 

Todo apunta a que la última cuerda que el alguacil dio al reloj en su último día de trabajo el 30 de noviembre de 2012 se agotó el día 2 de diciembre a las 3,25 de la mañana.

El día 11 de noviembre se celebró el último Pleno del Ayuntamiento de Fuentemolinos. En una sesión donde no se aprobó el acta de la sesión anterior, ni la cuenta general del año 2012, ni el presupuesto de 2014, ... sí se informó por parte del Pleno al alguacil de su cese con efecto de 30 de noviembre, parece que motivado por la irregular forma de retribución, falta de contrato de trabajo y de alta en la Seguridad Social, que hacía insostenible mantenerlo por más tiempo.


Como quedó de manifiesto en el Pleno, la guerra desatada dentro del Ayuntamiento después de la nefasta publicidad dada en el anterior Pleno de agosto, parece haber sido la espoleta de una situación ingobernable que esperemos no estalle por los aires, aunque mucho nos tememos que esta no será la única consecuencia.


Esperamos que al contrario de lo que cantaba Lucho Gatica,  el reloj marque las horas, porque es la señal de vida más reconocida en Fuentemolinos, es una compañía impersonal pero cercana y aunque en muchas ocasiones pase desapercibido, su silencio también se oye. 

2 de diciembre de 2013

Antaño en los lagares (III)

Cuando se terminaba la vendimia, se establecía el memorial (Fotografía adjunta: Memorial del lagar de Los Monjos. Año 1.953, con manchas de mosto. El arromanador fue Valentín Rincón). En el memorial se relacionaban los "apareceros" (aparceros) del lagar, en orden de cantidad aportada al lagar, con sus cargas, arrobas y kilos.
El "mayoral" que era el que más cargas tenía, medía. Sacaba el mosto de la pila con la media cántara y llenaba las "pellejas" bien embudadas por los "tiradores" personas encargadas de transportar el mosto desde el lagar a las cubas. Lo hacían con las pellejas de piel de cabra de dos cántaras. Con la mano izquierda ataban la boca y el "pezguillo" (correspondía en la pelleja a la mano de la cabra) y con la derecha se impulsaba para "echársela" a la espalda, llevándola sujeta a veces sobre la frente. Se empezaba a repartir a una cántara por carga hasta llegar a ocho. Se contaban con trozos de teja o cantos: "una, dos, ..., ocho y partida fuera". Eran 8 "tarjas". Cada tarja tenía tantas cántaras como cargas había metido cada "aparecero". Al llegar a 6 "tarjas", se repartía el mosto correspondiente a las arrobas y kilos.
   Había peticiones de la gente para prensar y tirar. Si había mayor número de trabajadores que los que se necesitaban, cada uno pedía cargas a los "apareceros" para completar su cupo y así poder trabajar en el lagar.
   Si había tres tiradores que tiraban todo el lagar, se denominaba "pie entero", tirando todos los días, y si eran seis, se llamaba "medio pie" y tiraban en días alternos.
   Se ajustaba el dinero a pagar al que "cantareaba" y a los tiradores, por ejemplo a una peseta por cántara.
   Todos los días, cuando terminaban de tirar, "cortaban el pie" que consistía en cortar la uva en la caja echándola arriba, redondeandola en forma de queso, hasta formar el "pie". De esta forma, toda la uva quedaba debajo del "castillo" (tablones cruzados que se ponían debajo de la viga) y se exprimía totalmente. Solía tardar ocho días hasta llegar al "destete", que era cuando ya no salía más.
  Los tiradores y el mayoral hacían merienda cada tarde, generalmente machorra asada. El vino lo ponía el mayoral u otra persona a la que se pagaba con el doble de mosto. Las meriendas las hacían con el mosto que vendían, corrigiendo la falta llenando las pellejas en el arroyo.
  Entre los tiradores se hacían apuestas para ver quién se "echaba" más. Algunos se echaban la pelleja con una sola mano. El Pollo se echaba cuatro cántaras "bien echadas". Otros grandes tiradores fueron: Faustino, Honora, Federico, Felipe, Julio, Marciano, Epifanio, ... Como muestra el mermorial adjunto  el año 1953, Cipriano fue mayoral en el lagar de Los Monjos.
   No faltaban los lagarejos de pelleja mucho más escandalosos que los de uvas.

Noticias relacionadas: