El día 8, las cigüeñas, esas grandes aves viajeras que anidan en lo más alto de la Torre de la Iglesia, aprovechando el alargamiento del fotoperiodo iniciado con la primavera, han "sacado", como acostumbraban a decir nuestros abuelos de las gallinas cluecas, su prole. Aún desconocemos cuántos cigoñinos han conseguido la eclosión de los huevos con su acerado pico. Aunque nuestro admirado Félix Rodríguez de la Fuente decía que lo normal es que pongan entre 3 y 5 huevos, parece que las condiciones no demasiado favorables del hábitat en Fuentemolinos, por la falta de charcas y humedales, hace que esta cifra se quede en 2 o 3 como máximo.
La pareja de cigüeñas ha cumplido nuevamente con su ciclo reproductor iniciado hace casi tres meses, con la preparación del nido, el cortejo, ... "la expresión del amor en el mundo de las cigüeñas" ..., como diría Félix y su crotorar sonoro que llega hasta el último rincón del pueblo. Después de una ritualizada incubación, dando vuelta a los huevos para regular su calentamiento, turnándose en el nido, aunque sea la hembra la que dedica más tiempo a esa tarea realizándola siempre por la noche, suponemos que todos los huevos que en su día pusieron: 1, 2, 3 ... con una diferencia de 48 horas, se habrán convertido en 1,2 3 ... cigoñinos.
Ahora, queda la dura tarea de alimentar a la prole con continuos viajes a la vega. Esta tarea, que durará casi dos meses, en la que las crías cambiarán dos veces de plumón hasta conseguir los cañones primero y finalmente el plumaje perfecto, que fortalecerán con sus ejercicios de vuelo en la propia Torre, la han iniciado ya como se puede intuir en las fotografías. Por una parte, el macho, postergado a otro lugar para descansar y para no incomodar a la hembra y a los polluelos, de momento indefensos, pero que pronto picotearán el rojo escarlata del pico materno para pedir su comida.