EL NACIMIENTO
En cuanto el abuelo Matías entró en la casa, se vio envuelto entre los brazos de sus tres nietos que le esperaban ansiosos para poner el nacimiento, una tradición que no estaban dispuestos a perderse.
Lucía era la pequeña con 5 años, Marta tenía 7 y David 11. Los tres hermanos habían dispuesto ya sobre la mesa todo lo necesario para montar el belén: las figuras, la arena, el papel de aluminio…
Después de los achuchones y los besos, el abuelo les dijo:
-Bueno niños, ¿comenzamos ya?
-Siiii – respondieron las niñas.
-¡Si no queda más remedio! - añadió David.
El abuelo miró a David comprendiendo que aquella respuesta implicaba que el mayor de los hermanos estaba llegando a esa etapa en la que la navidad comienza a perder su encanto y su magia. Matías no estaba dispuesto a permitir que las campanillas dejaran de sonar en el corazón de su nieto David.
Sobre el aparador forrado de plástico, para que no se estropeara la madera, el
nacimiento iba tomando forma.
-Niños, ¿sabéis el sentido del nacimiento? -preguntó el abuelo.
-No- dijo Marta- ¿Nos lo cuentas abuelo?
- ¡Claro, mi niña! - respondió acariciando la rubia melena de la pequeña.
-Veréis, el nacimiento no son solo las figuras y los adornos que ponemos para que nos quede bonito. Todo tiene un significado que nunca debéis olvidar. Mirad- comenzó el abuelo- cuando colocamos los pastores y los reyes magos tenemos que saber que representan la fe, porque ellos siguieron la estrella sin saber a dónde les iba a llevar. Todas estas frutas, bollitos, huevos, cerditos y corderitos que ponemos a los pies del niño expresan la solidaridad de los habitantes de Belén, que ofrecían al recién nacido y a sus padres todo lo que poco que tenían, que siempre era muy poquito.
-Porque eran muy buenos, ¿verdad, abuelito? - afirmó Lucía.
-Si cariño, muy buenos, como vosotros.
Matías volvió a su explicación.
-En esta parte de aquí, donde colocamos los leñadores que cortan leña y las lavanderas se afanan sobre el papel de plata, se representa la realidad, el trabajo y el esfuerzo que nunca debemos olvidar si queremos conseguir nuestras metas. Pero este rincón es muy importante, mirad, representa lo que nunca debe ser una persona: la maldad, la envidia, la codicia y el miedo. Es el rey Herodes y sus soldados…- dijo el abuelo señalando las cajas de zapatos camufladas por el papel que imitaba las rocas.
-Tener miedo de Jesús, ¡Qué tontos! - interrumpió Marta.
El abuelo sonrió ante el maravilloso e inocente comentario de su nieta.
Continuó:
-Y esta cueva de cortezas de pino, con el buey y la mula y donde colocamos a María a José y al niño Jesús, es lo más bello: la esperanza y el amor infinito, la humildad, la pureza y el sacrificio.
-Abuelo, -dijo David- ¿Qué significa sacrificio?
- El sacrificio es conseguir aquello que anhelas, sabiendo que va a costar mucho tenerlo pero que una vez este contigo te hará feliz.
-O sea, ¿como cuando tengo que dejar de ir a entrenar porque tengo que hacer un montón de problemas de mates para sacar un sobresaliente?
-¡Exacto! Lo entendiste- contestó satisfecho el abuelo.
El nacimiento ya estaba terminado. David fue a enchufar las luces, Marta cogió la
pandereta y junto al abuelo comenzó a cantar “En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna…”. Mientras, Lucía aplaudía a un ritmo completamente desacompasado, pero inmensamente feliz.
Matías abrazo a sus tres pequeños y les dijo:
-Mis queridos nietos, si en vuestras vidas aplicáis lo que el nacimiento simboliza no dudéis que será, como poco, dichosa. Os toca a vosotros adornarla con las bolas y las estrellas, con las luces y las cintas de colores, y así vosotros sereis quienes iluminéis el mundo.
Desde la cocina se escuchó una voz:
- ¡Niños, a lavarse las manos!...
#Lolacristobal
DICIEMBRE 2021