Fuentemolinos / Crisis municipal
Sergio Martínez asume la Alcaldía pese al caos imperante en el pleno
Las discrepancias con el secretario municipal sobre el procedimiento a seguir convirtieron la sesión en un esperpento y aunque se votó al regidor, ni se le proclamó ni juró el cargo
Sergio Martínez Sualdea se convirtió ayer en nuevo regidor de Fuentemolinos. O no. Porque, la verdad, es que el caos imperante en la sesión plenaria extraordinaria convocada para solucionar el vacío de poder generado el pasado 26 de junio, cuando César de la Fuente formalizó su renuncia como primer edil, hace surgir alguna duda sobre la validez de su designación como cabeza visible de esta Corporación ribereña.
Ya desde el arranque del pleno, al que no acudió el alcalde dimisionario, se pudo percibir que los desencuentros con el secretario municipal iban a protagonizarlo. Los tres munícipes, además del ya citado, Vicente Moreno y David Martínez, comenzaron mostrando su disconformidad con un orden del día que, al parecer, había elaborado el propio funcionario y en el que, además del nombramiento del nuevo regidor, había incluido otros tres puntos.
Tras decidirse que solo se trataría la elección de primer edil, la situación no mejoró. Mientras el técnico defendía que se nombrara al concejal que más apoyos obtuvo en las últimas elecciones municipales, «ya que la Corporación no se ha disuelto, sino que simplemente una persona se ha ido», los tres munícipes exigían, dejando claro que ellos tampoco pensaban que hubiera ninguna disolución, que se votara. Y así se hizo. Y tal y como se esperaba, Sergio Martínez obtuvo el respaldo unánime de la Corporación.
No llegó, sin embargo, la calma tras este trámite. El secretario pospuso cualquier proclamación a la redacción y aprobación del acta de la sesión, lo que no ocurriría hasta el próximo pleno ordinario. Algo que encendió los ánimos ya que ninguna de las actas presentadas con anterioridad han recibido el visto bueno del Consistorio al discrepar con lo que se ha reflejado en ellas. Además, incidía en que en el plazo de 20 días «automáticamente se tiene que constituir la Corporación» y en ese momento sería efectivo el nombramiento del mismo alcalde.
La cuestión es que, al final, no hubo proclamación del alcalde electo, ni se le tomó juramento de su cargo ni, como suele hacerse, se le dio la palabra. Únicamente, de manera totalmente informal, se le entregó el bastón de mando, sin sacar ni siquiera de la bolsa de plástico que le protege, y un manojo de llaves, al parecer de las dependencias municipales. De hecho, fue el propio Martínez el que instó al habilitado nacional que rellenara un formulario dejando constancia de que se había producido la votación y que con tres votos a favor había sido elegido alcalde de Fuentemolinos. Unos documentos que, al término de la sesión, que por cierto, nadie levantó, indicó que remitirá a la Diputación para que se tramiten.
Ya desde el arranque del pleno, al que no acudió el alcalde dimisionario, se pudo percibir que los desencuentros con el secretario municipal iban a protagonizarlo. Los tres munícipes, además del ya citado, Vicente Moreno y David Martínez, comenzaron mostrando su disconformidad con un orden del día que, al parecer, había elaborado el propio funcionario y en el que, además del nombramiento del nuevo regidor, había incluido otros tres puntos.
Tras decidirse que solo se trataría la elección de primer edil, la situación no mejoró. Mientras el técnico defendía que se nombrara al concejal que más apoyos obtuvo en las últimas elecciones municipales, «ya que la Corporación no se ha disuelto, sino que simplemente una persona se ha ido», los tres munícipes exigían, dejando claro que ellos tampoco pensaban que hubiera ninguna disolución, que se votara. Y así se hizo. Y tal y como se esperaba, Sergio Martínez obtuvo el respaldo unánime de la Corporación.
No llegó, sin embargo, la calma tras este trámite. El secretario pospuso cualquier proclamación a la redacción y aprobación del acta de la sesión, lo que no ocurriría hasta el próximo pleno ordinario. Algo que encendió los ánimos ya que ninguna de las actas presentadas con anterioridad han recibido el visto bueno del Consistorio al discrepar con lo que se ha reflejado en ellas. Además, incidía en que en el plazo de 20 días «automáticamente se tiene que constituir la Corporación» y en ese momento sería efectivo el nombramiento del mismo alcalde.
La cuestión es que, al final, no hubo proclamación del alcalde electo, ni se le tomó juramento de su cargo ni, como suele hacerse, se le dio la palabra. Únicamente, de manera totalmente informal, se le entregó el bastón de mando, sin sacar ni siquiera de la bolsa de plástico que le protege, y un manojo de llaves, al parecer de las dependencias municipales. De hecho, fue el propio Martínez el que instó al habilitado nacional que rellenara un formulario dejando constancia de que se había producido la votación y que con tres votos a favor había sido elegido alcalde de Fuentemolinos. Unos documentos que, al término de la sesión, que por cierto, nadie levantó, indicó que remitirá a la Diputación para que se tramiten.