Intentan robar las esculturas de la espadaña de la ermita de Hontangas
J.C.O. / N.L.V./ Hontangas - jueves, 25 de abril de 2013
La llegada la madrugada del martes de unos jóvenes del pueblo que regresaban de fiesta alertó a los ladrones, que huyeron cuando ya habían descolgado una de las seis tallas, que escondieron en un callejón y ha sido recuperadaLos vecinos de Hontangas, una pequeña y apartada localidad situada en la vega del Riaza, no ocultaban ayer su enorme indignación por la ‘profanación’ sufrida por el santuario de la Virgen de la Cueva, por la que sienten auténtica veneración. La madrugada del martes, personas desconocidas intentaron robar las esculturas pétreas que albergan las hornacinas de la espadaña renacentista de la ermita erigida en torno a la cueva prehistórica, aunque por suerte finalmente todo quedó en una tentativa si bien el susto lo van a tener aún varios días metido en el cuerpo y va a ser difícil que duerman tranquilos.
Los hechos ocurrieron pasadas las cuatro de la madrugada sin que los vecinos que viven enfrente se percataran. Fue un grupo de jóvenes del municipio, que había salido a cenar a Moradillo de Roa y continuó la fiesta en Aranda, el que descubrió, cuando regresaba de retirada al pueblo, una escalera de mano desplegada y apoyada contra la fachada del templo y percibieron que una de las hornacinas se encontraba ya vacía.
Inmediatamente avisaron a la Guardia Civil y aunque en espera de la patrulla dieron una pequeña ‘batida’ por el pueblo no lograron encontrar a nadie. Ayer, uno de los alertantes, explicaba a DB, que, dado que la posición elevada de la ermita favorece la visión de cualquier vehículo que se aproxime, al detectar su llegada deberion salir corriendo y podrían haber huido por la carretera de La Sequera de Haza «porque un vecino oyó a las 4:20 horas un coche en esa dirección que hacía un ruido muy extraño».
Aunque rápidamente se personó una dotación de la Benemérita poco pudo hacer más allá de confirmar que faltaba la figura de una de las hornacinas situada a seis metros de altura. Una inspección ocular llevada a cabo el martes por la mañana dio como resultado sobre las 11:00 horas el hallazgo y recuperación de la talla semioculta por la maleza en un callejón situado apenas a 20 metros de la ermita y que desemboca en la carretera, donde los ladrones la abandonaron en su huida con intención de regresar a por ella.
Se trata de una talla de San Miguel, de 65 centímetros de altura por 40 de anchura datada entre finales del siglo XVII y principios del XVIII que fue depositada en el interior de la ermita a la espera de reponerla en su lugar. A la misma le faltaban ya con anterioridad las manos, pero fruto del robo ha perdido una parte del ala derecha, fragmento aún desaparecido.
El alcalde hontengués, Luis Miguel Sanz, explicaba ayer a este periódico que la hipótesis que baraja la Guardia Civil es que el robo fuera un encargo realizado por algún coleccionista o algún anticuario y que los ladrones tuvieran intención de llevarse las seis tallas ya que la imagen del arcangel San Gabriel está ligeramente salida de la hornacina. Una relación de imaginería que completan la Virgen María, San Juan Bautista, San José y el Rey David. El regidor indicaba que no había ningún extraño cuya presencia hubiera despertado sospechas «ya que es muy habitual que lleguen coches y autobuses y paren a ver la ermita y hacer fotos».
El sacerdote del municipio, que fue quien interpuso la denuncia, avanzaba ayer que se van a tomar medidas inmediatas para evitar que este tipo de hechos vuelvan a suceder en un templo que, según Sanz, carece de cualquier grado de potección. Aunque el párroco explicaba que en algún momento habían planteado la posibilidad de realizar unas copias en resina para exhibir en la fachada y guardar las esculturas originales, se había descartado «porque no tienen tanto valor artístico como para hacer eso», si bien sí lo tienen a nivel sentimental para la población.
Como solución, anunciaba que hoy mismo se va a instalar un sistema de anclajes antirrobo para fijar las figuras en diversos puntos a la espadaña «con el fin de que no resulte tan fácil si lo vuelven a intentar» y una alarma.