Se conocieron en la excursión que sus familias realizaron al Río grande, el Duero, una mañana de la pasada primavera, donde compartieron juegos, experiencias y donde se despertó un cariño mutuo que poco a poco fue creciendo. "TO" sintiendo la necesidad de la compañía de "TA" volaba todos los viernes hasta el Riaza para pasar el fin de semana con "TA". Felices, volaban, nadaban y jugaban y se lo pasaban tan bien que el fin de semana se hacía muy, muy, muy corto.
Así pasaron varios meses y cuando terminó el invierno "TA", siguiendo el instinto matriarcal que predomina entre los patos y aunque algo ruborizada por un sentimiento de temor y de entusiasmo a la vez, le propuso a "TO" formar una familia durante la siguiente primavera, a lo que éste accedió encantado.
Comunicaron la noticia a sus familias y se embarcaron en la tarea de buscar el lugar idóneo para formar su propia familia. "TO" deseaba quedarse cerca del lugar donde siempre había vivido, acostumbrado al ruido de vehículos y a la cercanía de los niños que siempre le daban pan y otras golosinas para comer. "TA" sin embargo, estaba acostumbrada a la armonía del sonido del discurrir del agua del río, al canto de los pájaros y a la poca presencia de humanos en su territorio.
Después de visitar diversos lugares, eligieron una pequeña regadera seca en Horadillo, junto a una regadera más importante por la que siempre discurre fresca y abundante agua del Río Moral que nace junto a la ermita, en la fuente de Fuentemolinos. Era un lugar que satisfacía parte de los deseos de ambos. Para "TA" era muy importante estar en el campo y no en la ciudad y para "TO", la cercanía del invernadero que cultivaba un afable hortelano (Gau le llamaban, su nombre de pila era Gaudencio), que a ambos les parecía muy buena persona, era el lugar ideal. Además de los huertos había campos de cereal y la próxima arboleda de la Dehesa y a no mucha distancia el Riaza. Así también cumplieron la tradición palmípeda de establecer el nido en el territorio de la hembra.
Elegido el lugar y después de varios días dedicados a quererse con caricias y arrumacos hicieron el nido con la propia hierba de la regadera, moldeándolo con su cuerpo y camuflándolo entre la hierba larga y verde. Cuando estuvo todo preparado "TA" sintió la necesidad de quedarse en el nido donde puso su primer huevo el día 10 de mayo, al día siguiente otro, otro más, ..., así hasta ocho.
"TO" se ocupó de alimentar a "TA" durante la incubación y de defender su territorio con estrategia y agresividad. Dependiendo del peligro que se acercase se camuflaba o bien fingía estar herido para que le siguieran mientras se alejaba del nido y en otros casos hacía frente al predador.
Un día, al poco de iniciar la incubación, un agricultor que se afanaba en colocar la tubería de riego, asustó a "TA" con el ruido de los tubos, saliendo despavorida del nido y dejándolo al descubierto. Después del susto, "TA" regresó al nido para seguir la incubación. El agricultor contó a sus amigos la singular noticia y casi todos los días alguien visitaba el nido. "TA", se acostumbró a la cercanía de la gente y no le importaba continuar incubando mientras alguien intentaba descubrirla camuflada en el nido.
Así pasaron 28 días, hasta que por fin, de los ocho huevos fueron saliendo uno tras otro ocho patitos. Realmente eran cuatro patitas y cuatro patitos preciosos a los que "TA" atendía con gran ternura. Con la ayuda de "TO" se acercaron a la regadera donde empezaron a nadar y jugar toda la familia.
Desde entonces, es frecuente verlos en el lavadero, la Canaleja o la balsa de Valdesuero, donde los niños pueden disfrutar con sus juegos y darlos alguna golosina.
Y colorín colorado , este cuento se ha acabado.
¡¡¡Felices Fiestas de San Bartolomé para todos !!!