Después de haber invertido una importante suma de dinero en la restauración de la iglesia, había que dar una solución a la cantidad de excrementos, plumas, ... que generan las palomas, primero para preservar lo ya restaurado y por otra parte ante las reiteradas quejas, de las personas que realizan la limpieza, no sólo por la suciedad sino por lo insalubre de la tarea. Ya se había puesto una tapa en la escalera, pero parece que al estar las bóvedas cerradas, las palomas se concentran en el campanario y producen tanta suciedad que llega en abundancia hasta el coro, e incluso hasta la propia iglesia. Para evitarlo, se ha colocado una malla metálica que cierra por detrás de las campanas y en las ventanas, el acceso al campanario.
Como en todos los temas, siempre hay pareceres a favor y en contra de la solución adoptada y también quedaron patentes en las reuniones de la Junta Parroquial. Aunque consideremos que tenemos razón, también en este caso, la decisión se tomó, de forma democrática, en función del criterio de la mayoría, aunque no fuera de forma unánime.
Si al principio hemos señalado las razones por las que se ha adoptado la decisión de poner la malla que impida el acceso de las palomas al campanario, también lógicamente, las hay para no hacerlo. Amén del impacto visual, que para muchos será el argumento más importante y que quizás existan otras formas de menor impacto para cerrarlo, también se podría argumentar, que no durante años sino durante siglos, anidaron allí las palomas. Y que si es verdad que las palomas ensucian también lo es, que junto con la cigüeña, dan vida a la torre, al campanario y en definitiva al pueblo.
En cualquier caso, la solución adoptada, permite bolear las campanas y restituir el campanario a su estado inicial, cuando se desee, con sólo quitar unos tornillos. Y las palomas, animales de costumbres, seguirán posándose en las campanas y en la torre, aunque no puedan entrar.