La feliz pareja de cigüeñas de Fuentemolinos, unidas por su permanente fidelidad, dormitan al sol de la tarde. De su sueño más importante para este año, tener una gran descendencia que permita perdurar su estirpe, es testigo la luna llena de marzo.
Después de un largo periodo de incubación, dando vuelta y vuelta a los huevos, la exigua despensa propiciada por una primavera calurosa y con pocas lluvias, hace desistir a esta pareja en su principal proyecto de vida para este año.
La búsqueda de comida se hace en lugares menos propicios. Los trigos y cebadas, que sin estar cosechados, permiten por su corta altura, carear a esta ave ciconiiforme de largas patas. Pero la pobre cosecha es también pobre en comida para nuestra pareja que hace intentos desesperados de búsqueda de comida en la carretera. Tal vez algún insecto, ave, ..., atrapada por los coches sirva para saciar el hambre, como lo haría cualquier ave carroñera.
Cada tarde, vuelven a la la Iglesia de Fuentemolinos, cansadas y a la espera de la cercana marcha. Una en el nido y la otra en el tejado de la bóveda, no por falta de cariño sino por exceso de calor.
¡Adiós, cigüeña, adiós!
Diario de Burgos (Ribera)