Líderes
'El Niño' de Carabanchel que amenaza al rey Carlsen
Tiene
21 años y acaba de protagonizar la mayor gesta del ajedrez español: su
rendimiento en un torneo ha superado al de Magnus Carlsen, vigente
campeón del mundo.
En Rusia, David Antón ya sería una superestrella... En España (de momento) es un desconocido.
¿Alguno de ustedes conoce a Illya Vasilovich Marchenko? Lo suponía. Yo tampoco. Hasta que lo busqué en Google. Es un tenista ucraniano de mentón trapezoidal que juega con la gorra del revés. El número 109 del mundo, según el ranking de la ATP. Imaginen que Marchenko participa en el próximo Roland Garros y empieza a pasar rondas. Vence a Federer, a Nadal, a Wawrinka... y se cuela en la final. La prensa y los patrocinadores encontrarían un nuevo filón de oro a explotar. Lo curioso es que el milagro Marchenko existe y se manifiesta en Carabanchel. Lo encarna un madrileño rubio de 21 años llamado David Antón. Pero tiene un problema: no es tenista, sino gran maestro de ajedrez.
Este chico, que ocupaba el mismo puesto en el ranking de ajedrecistas (el 109, repito) que Marchenko en el tenis, protagonizó en febrero posiblemente la mayor gesta de la historia del ajedrez español: fue subcampeón del Abierto de Gibraltar, uno de los torneos más exigentes del calendario. Compite en el tercer deporte con más federados del mundo, pero en España sus hitos apenas tienen eco (y dinero). En lo que a ajedrez respecta, ser español y no de Ucrania, donde este juego es religión, es una desventaja.
- ¿Te ha llamado alguna empresa para patrocinarte desde que acabó el torneo?
- No.
A Antón no le gusta madrugar. Su jornada laboral comienza a las tres de la tarde y en ocasiones concluye a las tres de la mañana. Cada día recorre en metro las 12 paradas que le separan de la casa de su preparador, David Martínez, El Divis, donde nos hemos citado. Nadie le reconoce en el vagón. Es un joven más que parece que regresa de la universidad. Pero no.
Su beca es de 2.000 euros al año, la mitad que en 2015
Si se mide la fuerza de los rivales de Antón en Gibraltar y los resultados que obtuvo contra ellos, su rendimiento alcanzó los 2.859 puntos Elo (el complejo baremo que mide el nivel de un ajedrecista). Una puntuación superior a la que ostenta hoy el gran Magnus Carlsen, vigente campeón del mundo.
En España, este deporte pasa de puntillas entre mecenas y políticos, pero países como Rusia, Estados Unidos, China o Islandia apoyan su ajedrez con recursos importantes. En el último mundial, el aspirante al trono de Carlsen fue Serguéi Kariakin, ucraniano como el tenista Marchenko pero con pasaporte ruso. Contra todo pronóstico, tuvo opciones de victoria.
En su preparación para el match, contó con la protección de Vladimir Putin, quien sueña con recuperar para Rusia un título que durante la mayor parte del siglo XX estuvo en manos soviéticas. Kariakin dispone de un equipo compuesto por un asistente personal para prensa y finanzas, un preparador físico y tres grandes maestros que hacen de analistas. Antón no es tan afortunado. Pero tiene a El Divis.
En el salón de la casa de El Divis, entrenador y alumno estudian una partida seleccionada. Les ayuda Don Stephen, «alguien que juega mejor que Carlsen y Kaspárov juntos», con su memoria prodigiosa. En realidad, Don Stephen es un ordenador, bautizado así en tributo a la estrella de la NBA Stephen Curry. Un colaborador imprescindible en el ajedrez actual.
Todo empezó hace una década. El Divis dudaba si asistir a un torneo que se celebraba en Parla (Madrid). Afortunadamente, se presentó. No sólo ganó aquella competición, sino que ocurrió algo que cambiaría su vida: un funcionario del Ministerio de Fomento se acercó a él y le pidió que diera clases de ajedrez a su hijo de 11 años. Daba igual que El Divis no tuviera experiencia docente. Empezarían con una clase particular a la semana.
Aquel niño era El Niño [apelativo cariñoso que usa siempre para dirigirse a su alumno] y había aprendido a los cinco años las reglas básicas del juego con su padre. En su colegio, el San Viator, se inició en la competición. Hoy Antón no tiene duda del trabajo que realizan juntos y ha desmentido públicamente a quienes consideran que sería más conveniente que se preparara con un entrenador con experiencia con campeones del mundo. Lo tiene claro. Con El Divis hasta el infinito y más allá.
El mayor mérito de este chico de Carabanchel es que compite con los mejores desde la normalidad, no como alguien excepcional. Jugadores tan poderosos como Carlsen o Fabiano Caruana, números 1 y 3 del mundo respectivamente, fueron niños prodigio que muy precozmente dedicaron todo su potencial al juego de los 64 escaques. Sin embargo, Antón ha sido capaz de concluir sus estudios de Secundaria y llegar a la universidad. Se matriculó en Matemáticas, carrera que tuvo que abandonar porque no podía dedicarle el tiempo necesario con las siete horas diarias de entrenamiento que exige la alta competición. «Las asignaturas eran muy duras, quizás en el futuro intente una carrera más sencilla», dice Antón. Es imposible estimar la progresión del español si hubiera tenido una dedicación exclusiva al ajedrez desde una edad más temprana.