La Posada
BODEGA san mamés (fuentecén, burgos)
Solera e innovación en los vinos
Considerada como una de las 60 bodegas más antiguas e importantes de Ribera del Duero, cincuenta años avalan esta cooperativa formada por 170 socios de toda la zona
VALERIA CIMADEVILLA
27/01/2017
27/01/2017
Más de medio siglo lleva en funcionamiento la bodega San Mamés, una de las más antiguas de la D.O. Ribera del Duero, siendo una de las 60 bodegas más importantes en este sentido. Comenzó en el año 1964 en Fuentecén, creándose como cooperativa menos de un año después de su constitución. Inicialmente formaron parte socios con viñedos procedentes de esta localidad además de nueve pueblos de la zona que todavía continúan: Fuentelisendo, Fuentemolinos, Haza, Hoyales, Roa, Valdezate, Nava, Adrada de Haza y La Sequera, arrancando su primera cosecha con todos ellos. «Se fundó por la obsolescencia de los lagares antiguos y con la intención de hacer fuerza para la comercialización del vino, porque entonces era muy complicado venderlo a nivel particular. La mejor forma de sacar un buen precio era unirse», asegura Juan Lázaro, gerente y socio de la bodega.
En 2007 la crisis le empujó a tomar una decisión con el rumbo de su vida y aunque venía de un sector completamente diferente, como era el de la confección, no lo dudó y se embarcó en esta nueva aventura. Como indica, tuvieron que ver que su madre y su abuelo ya fueron socios con anterioridad y que ya colaborase en la bodega desde hacía tiempo. Además, a comienzos del año 2000 ya había plantado viñas. «Había estado siempre vinculado a nivel administrativo con la cooperativa antes de entrar y ya llevaba el viñedo de mi madre», apunta el gerente.
La bodega ha mantenido a nivel de construcción su estructura inicial hasta el año 2003. A partir de ahí se hicieron varias fases de inversión importantes para adaptarse a los nuevos tiempos. La primera fue destinada a una nave de elaboración con la introducción de depósitos de acero inoxidables, ampliándose el equipo de frío. También se fabricó una nave de almacén y otra para crianza. Posteriormente, en el año 2007 se hizo una descarga nueva completamente automatizada con un pupitre que dirige la pasta hacia la línea que corresponda.
Las mejoras se han completado este último año con una nave para embotellado. «Ahora tenemos un equipo de frío mucho más potente y el almacén está climatizado», subraya Lázaro.
Por otra parte el gerente insiste en que hay un avance en el cuidado de los viñedos. Al ser una zona vitivinícola con unas características especiales se llevan a cabo tareas que en otros lugares, como puede ser en Rueda, no se realizan. Así, se hace la poda en verde cuando los tallos están recién salidos, a finales de mayo o principios de junio, el aclarado de racimos y el desnietado en muchas parcelas. «Necesitan un trabajo importante y a la vez la gente está más mentalizada en tenerlos bien para poder hacer buen vino». Dos enólogos, uno en plantilla y otro externo, son los encargados de visitar las viñas y supervisar la producción.
En total, con la suma de los 170 socios que la forman, la bodega dispone de cerca de 330 hectáreas de viñedo, siendo las producciones de 2014, con dos millones de kilos, y de 2016, con un millón novecientos mil kilos, cosechas récord en Ribera y en la propia bodega.
El 90% de variedad de uva plantada es de tempranillo con la que elaboran un tinto joven, típico de la Ribera, un tinto roble, con cinco meses en barrica y un crianza con doce meses en barrica y otros doce meses en botella. El gerente recalca que no disponen de las denominaciones típicas de reserva y gran reserva, pero hacen un vino al que llaman de vendimia seleccionada que pasa 18 meses en barrica nueva y 12 más en botella. «Es similar a un reserva pero con un corte más moderno, tiene más cuerpo y es más potente».
Entre todos el vino que más estiman sus clientes, por su calidad-precio es el crianza. No en vano se ha llevado varios premios, como un Zarzillo de Oro, una mención que forma parte de los Premios Zarzillos y que otorga la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León para premiar los mejores vinos a nivel internacional, y un Bacchus de Plata, concedido por la Unión Española de Catadores.
La marca que comercializan se llama Doble R, cuyo nombre se debe a que se dieron cuenta de que está singularidad, la doble ‘r’, predominaba en las familias de viticultores y en el nombre de las fincas.
Sus ventas son mayoritariamente a nivel nacional, más de 300.000 botellas anuales, aunque mantiene relaciones con otros países. En Japón están presentes desde hace tres años, en China realizan alguna operación a través de terceros y disponen de un distribuidor en Polonia, Holanda y Alemania.
Aparte de elaborar vino embotellado, San Mamés ofrece también la uva directamente y vino a granel, rondando hasta hace poco el mismo porcentaje de venta, un 30%, de cada uno. En la actualidad han conseguido aumentar el volumen de ingresos de sus caldos embotellados hasta el 40% y su idea es seguir incrementándolo. «Nuestra meta es vender el máximo posible de vino embotellado de nuestra marca, en esa línea vamos y estamos avanzando», manifiesta Lázaro.
Asimismo, quieren despegar en la exportación y dar los primeros pasos para organizar visitas a la bodega. Todo para lograr crecer más y subir peldaños hasta situarse entre las 30 bodegas más importantes de Ribera.
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