Las bodegas inscritas solicitaron al Consejo Regulador un total de 91.607.091 contraetiquetas para identificar las botellas de vino amparado de cara a su comercialización, lo que supone 5,4 millones de unidades más que en 2014.
Un operario del Consejo Regulador prepara en una imagen de archivo un pedido de contraetiquetas para una de las bodegas amparadas. DB
Ajena a los últimos coletazos de la crisis económica, la Denominación de
Origen Ribera del Duero ha continuado a lo largo de 2015 con su incontenible
progresión batiendo un nuevo récord de ventas. Una evolución que evidencia la
entrega de contraetiquetas por parte del Consejo Regulador a las bodegas
inscritas para identificar los vinos amparados y que constituyen uno de los
indicadores más fiables sobre la cifras reales de comercialización.
Durante el pasado año el órgano de control expidió 91.607.091 de estos certificados antifalsificables, lo que representa un incremento del 6,35% respecto al techo que hasta ahora suponía el ejercicio de 2014, que ya registró una espectacular subida del 8,55 %. Un balance que se resume cuantitativamente en que las bodegas ribereñas consiguieron colocar en el mercado 5.470.728 botellas más que el ejercicio precedente.
Y pese a que la venta de vinos ribereños se ralentizó en el tercer trimestre de 2015 tras un arranque de año meteórico, algo a lo que el Consejo Regulador restó importancia atribuyéndolo al «habitual» descenso estival de pedidos, el ritmo de crecimiento se recuperó en la recta final del año alcanzando las cuotas que por octubre vaticinaba el presidente del ente de control, Enrique Pascual.
La cifra de comercialización alcanzada tras seis ejercicios consecutivos de crecimiento cuadriplica la que se registraba en 2000, cuando se entregaron 22,2 millones contraetiquetas. Un año en el que se inició una gráfica ascendente solo truncada por los baches de 2008 y 2009. Tan solo en la última década las ventas se han disparado un 53,53% y el aumento de 2015 se sitúa 1,6 millones de unidades y 1,5 puntos porcentuales por encima de la media del incremento acumulado en el último lustro.
En cuanto al reparto
de la tarta por tipos de vinos prácticamente se repite el patrón de los últimos
años ya que siete de cada 10 botellas de Ribera del Duero que llegan al mercado
lo hacen con la contraetiqueta de tinto joven, paraguas bajo el que también se
comercializan los tintos roble y buena parte de los vinos de autor. Un segmento
que el año pasado experimentó un crecimiento del 7,1%. El segundo lugar lo
ocupan los crianzas, que pese a subir un 4,44% respecto a 2014 con el 23,63%
del total de 2015 pierden casi cuatro décimas del trozo del pastel que tenía en
el ejercicio precedente. Los reservas siguen ganando cuota y representan el
5,09% frente al 4,55 de 2014, con una espectacular subida el año pasado del 19%
en relación al anterior.
Los dos segmentos que retroceden son los rosados,
que caen a 1.752.681 botellas (el 1,9% del total) frente a las 1.828.207
comercializadas en 2014, y especialmente los grandes reservas, con una
alarmante caída del 57,6%, y que con 235.336 botellas -la segunda cifra más baja
desde 2009- apenas son una porción del 0,26%.
El presidente del Consejo Regulador no podía ocultar su «satisfacción» por este excelente balance, máxime cuando la recuperación económica aún no se ha hecho evidente. Un logro que destaca se ha conseguido manteniendo precios, como ya ocurriera en 2014, después de la importante reducción de los márgenes comerciales que se vieron obligados a aplicar, dada la dura competencia, en los años precedentes. «Ahora mismo según están las cosas es que ya no se puede abaratar más», sostiene.
Para Enrique Pascual el secreto de este éxito estriba en que
Ribera del Duero está ofreciendo una de las mejores relaciones calidad-precio y
en la decidida apuesta que se está realizando por abrir mercados en el exterior
ante el estancamiento del consumo interno, hasta el punto de que las
exportaciones ya representan el 25% de las ventas, estando presentes en más de
200 países.
En cualquier caso advierte de que dado el volumen de producción
de una Denominación de Origen que cuenta con 22.000 hectáreas prácticamente se
ha tocado techo y es muy difícil que en próximos ejercicios prosiga la
progresión ascendente. «Casi es imposible crecer más y no sería de extrañar que
este año bajara algo», apunta. De hecho el dato de comercialización de 2015 está
por encima de la media de producción de la zona de los últimas cinco añadas y
para Pascual la subida experimentada en 2015 solo ha sido posible gracias a la
salida al mercado de la cosecha récord de 2014, en la que se recogieron 122
millones de kilos. «Nuestro objetivo pasa por vender mejor»,
sentencia.