En el Pinar de Fuentecén, rodeado de lagares y bodegas, se encuentra el Pino Redondo. Pino centenario con cerca de cuatro metros de perímetro en su tronco y que recibe su nombre de la enorme copa redonda que lució en tiempos y que por algún elemento meteorológicos, ha perdido parte de sus ramas, quebradas por efecto del peso de la nieve, el ímpetu del aire o la descarga de rayos en alguna tormenta estival.
En muchos pueblos es costumbre entre los más jóvenes gastar alguna broma a los visitantes novatos, como "bautismo" de incorporación al grupo. Quizás la más frecuente sea, tirar al pilón al recién llegado en un ambiente lúdico en el que todos acaban remojados.
En Fuentecén además era frecuente antaño, cuando se llegaba al Pino Redondo que, después de ensalzar el enorme grosor de su tronco, se persuadía al visitante de que era imposible rodearlo entre tres personas y se le proponía comprobarlo. Una vez sujeta la inocente víctima por dos lugareños, los amigos cómplices le bajaban los pantalones si era chico o subían las faldas si era chica y le daban unos correazos ...