Ribera
El filósofo del hierro
I.M.L. / Aranda - jueves, 09 de octubre de 2014
El Arte Fontino de Carmelo de la Fuente celebra sus 50 años con una exposición retrospectiva y una de sus obras en el relato de "Eucharistia" • Su creador ha ejercido también este año de pregonero de las fiestas patronales
Un hombre hecho a sí mismo, que vive, ha vivido y vivirá para su arte. Así es como le podría definir alguien que no conozca a Carmelo de la Fuente, artista ribereños, creador del Arte Fontino. Una técnica que él inventó hace 50 años que hace que una chapa de hierro hable. Si un escultor al uso saca formas y figuras de un trozo de piedra o de un madero, De la Fuente infunde vida al acero golpeándolo por su revés, dejando que en el anverso surjan sus personajes castellanos o sus alegorías sobre la actualidad.
Pero Carmelo es mucho más que un artista, y ayer lo demostró en la inauguración de la muestra con la que conmemora las bodas de oro con su arte, con la que cierra un año para recordar, en el que una de sus piezas está formando parte de la muestra de Las Edades del Hombre que acoge Aranda de Duero, localidad que lo adoptó hace décadas y que le hizo pregonero de sus pasadas fiestas patronales. Antes de que el nutrido grupo de asistentes contemplara la obra, con un recorrido retrospectivo de su trabajo en 30 piezas, los discursos oficiales dejaban patente el respeto de la población arandina hacia este creador. Tanto la alcaldesa arandina, Raquel González, como la edil de Cultura, Celia Bombín, destacaron la relevancia de Carmelo de la Fuente y de su Arte Fontino en el ámbito cultural nacional e internacional.
Para el que no conozca su obra y su manera de trabajar, el propio De la Fuente lo explica así: «Es difícil trabajar la chapa, yo trabajo al revés, es decir, yo tengo que tener la mente al revés para sacar los alto relieves por la parte positiva, y mucha gente piensa que trabajo sobre superficie de arena, y no es así, yo lo hago en vacío por completo, lo cual entraña una dificultad mucho más grande; trabajo con una maza de kilo y medio y unos cinceles romos, o sea que para lograr esa obra hace falta mucho tesón, fuerza y espíritu porque golpe mal dado en la chapa es una obra perdida».
Los discursos más emotivos salieron de la pluma de Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo y amigo personal del artista, que no pudo asistir a causa de una gripe. Su hermano Fernando fue el encargado de leer sus palabras, en las que resaltó el componente humano que se esconde detrás del creador. «Gracias, maestro Carmelo, por haberte atrevido a convertir en ‘materia’ tus ‘mejores y más fecundos sueños’», expresó en su discurso. El sentimiento, hasta llegar en tres ocasiones al borde de la lágrima, lo puso el propio homenajeado que hizo un rápido repaso a su carrera artística, desde las primeras 15 obras en chapa negra hasta la actualidad, sin olvidarse de nombres tan relevantes en su vida como el Marqués de Lozoya y Basilio Osaba, sus descubridores y encargados de bautizar al Arte Fontino. El momento más personal fue cuando quiso destacar el papel de su mujer, Loli, y sus hijos, David, Alberto y Samuel, todos ellos presentes y arropándole desde el patio de butacas del auditorio de la Casa de Cultura arandina, que acoge en sus dos salas de exposiciones el recorrido por la vida artística de Carmelo.
«Mi obra siempre ha sido un homenaje a la gente de esta tierra, que muestra en sus rostros y en sus manos la verdad de esta tierra, y he tocado también temas de actualidad que han dado lugar a mis trilogías y tetralogías», explicaba De la Fuente. Estos trabajos esconden algo en su interior, en la frialdad del hierro que el artista ribereño convierte en calidez humana o en rebelión contra las injusticias, tanto que le han llegado a calificar como escultor, pintor, pero también filósofo. «Para la obra hay que ser un poco filósofo, un poco poeta, hay que ser de todo porque la creatividad lleva en conjunto todas esas cualidades», expresa modesto este creador de relieves que cobran vida.
Carmelo no piensa parar de sacar vida del acero, siempre que Dios le dé fuerzas, como no se cansa de repetir. Pero más allá del tesón artístico, deja traslucir una nota de humor rozando la negra ironía. «Siempre he dicho que, cuando me muera, en mi epitafio tienen que poner ‘Este hombre no dio ni golpe’», confiesa. Y lo dice alguien que lleva medio siglo golpeando la chapa.