28 de enero de 2013

La matanza (II)


Hace 40 o 50 años, cuando la población rural y en concreto la de Fuentemolinos cuadruplicaba el censo actual, concretamente el récord histórico corresponde a 1.950 con 529 habitantes y en 1.960 había 440, todas las familias o la mayoría tenía en su corral la cochinera con uno, dos, tres … cochinos,  que les permitía vivir durante todo el año con los productos frescos y curados del animal y reunía, en un ambiente festivo a familiares y vecinos cada vez que se realizaba la matanza. En esa época era frecuente que en una misma casa convivieran abuelos, hijos y nietos. Era un día tan importante que en algunos pueblos, como dice el refrán, "Cuando se mata el gorrino o se muere la abuela, no se va a la escuela" . 



Generalmente, el lechón recién destetado se adquiría en el mercado de Aranda, en el "Ferial", donde acudían los ganaderos de la zona para vender sus lechigadas. Posteriormente, algunas familias de Fuentemolinos tuvieron sus granjas, que eran un complemento económico importante para la economía familiar, como Áurea, Evelia, Ovidia, Sofía, Carmen,  ...  (Nombramos sólo a las mujeres porque eran fundamentalmente ellas las que las mantenían, mientras los hombres hacían los trabajos del campo ...) y suministraban también los lechones a los vecinos o familiares.  Se adquiría aproximadamente de mayo a julio y se iba engordando con todas las sobras (porque "Echar confites a un cochino es un desatino"), desperdicios vegetales, las remolachas forrajeras… la cebada que se molía en el molino de la Fábrica de Adrada, posteriormente en el de Teodora (La Parrala), en Roa y más tarde en algunos molinos propios. 

Era como una hucha en la que se metía todo lo que sobraba (por algo las huchas tienen forma de cerdito) y una vez abierta permitía alimentar a la familia todo el año.

Eran tiempos de escasez, por eso se decía: “No llenarás bien la panza, si no haces una buena matanza” o “Tres noches hay en el año que se llena bien la panza: Nochebuena, Nochevieja y el día de la matanza”.

Como “El destino del cerdo es: Engordar para morir”, cuando ya pesaba entorno a 100 kg., aunque esto sea una referencia, porque también se sacrificaban cochinas de cría que pesaban cerca de los 200, llegaba la hora de la matanza, porque "El que nace lechón, muere cochino". Se fijaba el día que convenía a la familia y se dejaba en ayunas al cerdo la víspera, para que tuviera las tripas lo más limpias posible.
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