Como en Fuentemolinos, en otros pueblos también celebran su "guerra" particular, con alguno de sus productos más abundantes o típicos. Unos se manchan de tomate, otros de vino ... sin embargo, nuestra guerra, no es una guerra sucia sino limpia. Los cañones son cubos y las balas son de agua clara y fresca de nuestro generoso manantial.
El campo de batalla habitual, son los aledaños de la fuente y del pilón, pero a veces, para mojar al "enemigo", se hacen incursiones hasta la carretera, el picacho y si fuera necesario hasta la Torre, si es que alguien se resiste a quedar empapado.
Como en todas las guerras, ésta también suele tener consecuencias. Unos días después pueden generalizarse los ¡achís! en alguno de los contendientes.
Fotografías de Juan, marido de Marta.